El joven senti-mental

Erase una vez un joven enamorado al que su novia le dio el plante. La frustración del muchacho fue tal que su familia se alarmó al verle tan hundido, pues ni siquiera salía de su habitación.

Comenzó a tartamudear y a renquear con una pierna. Tenía también un comportamiento extraño y el vecindario comenzó a escandalizarse temiendo que pudiera hacerles algún daño.

El profesional sanitario que le atendió fue Bleuler, un renombrado médico de la Suiza de los primeros años del siglo XX, que con el tiempo cogió fama, en parte gracias a este caso.

Un día le recibió en su consulta y le preguntó.
· ¿Qué te pasa?
· Te..go un pobl..ma- le contestó tartamudeando.
· ¿Qué problema tienes?
· Tengo un pr..ma sen..mental.

El astuto de Bleuler, captó al vuelo el vocablo “mental”, el cual empleó para dar nombre al mal que aquejaba al muchacho.

Lo anotó como un lúcido descubrimiento de su investigación. Esta palabra no era de uso común por aquel entonces, pero el médico la empleó para elaborar el diagnóstico del muchacho y de otros casos similares. Fue incorporada en la terminología médica, y por eso ahora nos es tan familiar.

La dificultad del habla que padecía el muchacho mas el apresuramiento de Bleuler en la escucha, hizo que se perdiera por el camino la palabra sentimental, que fue lo que en realidad dijo.

Nadie sabía de la existencia de la esfera de lo “mental” antes de este caso caído en manos de Bleuler.

Desde entonces mentes preclaras se han dedicado de modo concienzudo al estudio de este mundo inexplorado.

A las instituciones que en lo sucesivo atendieron estos casos se las llamó “Centros de Salud Mental”. Todo tiene un principio, ¿no?

No se sabe a ciencia cierta qué pasó con este muchacho, pero hay quien dice que acabó sus días ingresado en un centro de Salud Mental, en el que se le veía completamente desorientado paseando por los pasillos, hablando solo y diciendo en voz alta “no, no ise ecir eso”.

Pero era demasiado tarde, ya habían encontrado tratamiento para su mal.